La Benetton no sólo es dueña de la Patagonia; también lo es de sus jueces. Por eso, en un fallo escandaloso, la Justicia de Chubut expulsó a una familia mapuche de las tierras que había ocupado en las cercanías de Leleque y le reconoció la “propiedad inalienable” al pulpo italiano.
La familia, encabezada por Atilio Curiñaco y su esposa, había sido desalojada del predio por la fuerza, en octubre de 2002. El juez que ordenó ese desalojo fue luego destituido por expulsar de manera sistemática e ilegal a familias mapuches con el concurso de la Policía.
La Benetton es propietaria de 900.000 hectáreas en la provincia, que le reportan beneficios por varios millones de dólares anuales; es, también, un sistemático evasor impositivo (los municipios de Epuyén y El Maitén le iniciaron juicio, aunque en este caso la Justicia no fue tan “expeditiva”). La familia mapuche había ocupado un predio de apenas 300 hectáreas (de las cuales usaban efectivamente sólo 25). Esas tierras no sólo eran las de sus antepasados y habían sido utilizadas, durante décadas, como reservas: la familia Curiñaco las necesitaba para subsistir.
El pulpo italiano, para justificar el atropello, presentó sus “títulos de propiedad”. Datan de 1896, cuando el Estado argentino cedió esas tierras a una empresa británica, la Southern Land Argentine. Es decir que expuso un “derecho de conquista”, ya que esas tierras habían sido usurpadas, primero, por el Estado argentino mediante la masacre y el exterminio de la población indígena. Desde entonces, los descendientes de los aborígenes exterminados reclaman su derecho sobre las tierras. Como lo sabe cualquier estudiante de abogacía, “el robo no da derechos”.
Mientras en el sur, la Justicia y los gobiernos protegen a la Benetton de los pobladores originarios, en el norte esos mismos jueces y gobiernos echan a campesinos e indígenas de sus tierras en beneficio de otros pulpos, como El Tabacal.
La familia, encabezada por Atilio Curiñaco y su esposa, había sido desalojada del predio por la fuerza, en octubre de 2002. El juez que ordenó ese desalojo fue luego destituido por expulsar de manera sistemática e ilegal a familias mapuches con el concurso de la Policía.
La Benetton es propietaria de 900.000 hectáreas en la provincia, que le reportan beneficios por varios millones de dólares anuales; es, también, un sistemático evasor impositivo (los municipios de Epuyén y El Maitén le iniciaron juicio, aunque en este caso la Justicia no fue tan “expeditiva”). La familia mapuche había ocupado un predio de apenas 300 hectáreas (de las cuales usaban efectivamente sólo 25). Esas tierras no sólo eran las de sus antepasados y habían sido utilizadas, durante décadas, como reservas: la familia Curiñaco las necesitaba para subsistir.
El pulpo italiano, para justificar el atropello, presentó sus “títulos de propiedad”. Datan de 1896, cuando el Estado argentino cedió esas tierras a una empresa británica, la Southern Land Argentine. Es decir que expuso un “derecho de conquista”, ya que esas tierras habían sido usurpadas, primero, por el Estado argentino mediante la masacre y el exterminio de la población indígena. Desde entonces, los descendientes de los aborígenes exterminados reclaman su derecho sobre las tierras. Como lo sabe cualquier estudiante de abogacía, “el robo no da derechos”.
Mientras en el sur, la Justicia y los gobiernos protegen a la Benetton de los pobladores originarios, en el norte esos mismos jueces y gobiernos echan a campesinos e indígenas de sus tierras en beneficio de otros pulpos, como El Tabacal.
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